En diciembre del año pasado me llegó un inbox por Facebook de una tal Daniela, chilena-dominicana que se dedicaba a vender ropa vintage en Santo Domingo (Capital de la República Dominicana).
El mensaje era sencillo y me explicaba que ella hacía lo mismo que yo y que estaría unos días por Santiago y que si me tincaba hacer un showroom en conjunto. OBVIO! Le dije rápidamente. Llegó el día, nos juntamos y me mostró los tesoros jevis que había traído desde el caribe, mientras al mismo tiempo me relataba lo maravillosa que es la isla, las playas de ensueño que tienen y la cantidad de ropa usada y tesoros vintage que hay.
Parte de los primeros tesoros que encontré en la isla.
En esos momentos con mi pololo Diego estábamos planeando nuestro matrimonio y posterior luna de miel, no teníamos idea donde ir aunque sabíamos que queríamos sol, playa y palmeras tropicales.
Investigamos un poco y lo decidimos, iríamos a conocer el paraíso de la ropa vintage y las playas de arenas blancas tropicales.
Nuestro viaje fue un poco improvisado, sabíamos las cosas que queríamos hacer pero no fue hasta un par de semanas antes que reservamos alojamientos en algunas playas y por supuesto dejamos algunos días libres para poder movernos por donde quisiéramos.
Salimos de Santiago un domingo muy frío de Junio con dirección al calor caribeño. Aunque la distancia a la República Dominicana no es tanta, tuvimos que hacer escala en Ciudad de Panamá, donde básicamente no compramos nada porque todo era super caro.
Al llegar a Santo Domingo, la capital dominicana, queríamos arrendar un auto para poder movernos con más libertad y recorrer a nuestro gusto. Habíamos cotizado en un par de páginas web pero preferimos arrendarlo directo en el aeropuerto. ERROR, nos salió más caro de lo que habíamos planeado y perdimos como una o dos horas en los trámites del aeropuerto solo para arrendar el auto, pero lo logramos! Recibimos el auto y estábamos listos para partir, de pavos no nos compramos un chip de celular y no teníamos internet móvil ni nada, sólo teníamos la dirección de casa de Dani, donde nos quedaríamos un par de días para ir por tesoros a la ropa usada y conocer la capital del país.
Logramos llegar a su casa solo preguntándole a la gente, como en los viejos tiempos cuando no había internet móvil ni google maps. Llegamos a la puerta de su departamento y tocamos, nos recibió sorprendida con una sonrisa y mucho amor <3
Habíamos hablado de ir ese mismo día a comprar ropa a las pacas (así se llaman los fardos de ropa usada), porque los lunes llega lo mejor y abren los fardos ese día. Me advirtió que era un barrio no tan seguro y que era mejor ir con pantalones y no con short, porque los hombres son bastante irrespetuosos y te acosan mucho en la calle si andas mostrando las piernas. Nos cambiamos de ropa en su departamento, después de ordenar un poco nuestras cosas y partimos directo a las pacas, con mi marido incluido, el más apañador del mundo.
El barrio de las pacas en Santo Domingo no era nada bonito, eran distintas tiendas con cajones con cerros de ropa y percheros muy pero muy desordenados. Al llegar por supuesto me sentí como en el paraíso y muy emocionada por estar ahí. Empecé al tiro a buscar momjeans y camisas tropicales y vestidos y todo. Habían tiendas que tenían montones de ropa a 40, 50 y 60 pesos dominicanos, pero eran gigantescos y había que tener mucha fuerza para mover la ropa. Después de un par de horas le agarre el ritmo a la búsqueda y hasta me subí a la paca para mover mejor la ropa, por supuesto que me retaron y casi me pegan (?) para que me bajara.
Creo que en total estuvimos unas 2 o 3 horas hasta que cerraron y el hambre ya no nos dejó seguir. Volvimos a la casa a mirar nuestros tesoros y a descansar un poco de todo el impacto de la ropa usada y los 30 grados de calor que habíamos vivido el primer día.
Ese día compré como entre 40 y 50 prendas aprox. Fue tan maravilloso como cansador.
Parte de lo que encontré el primer día de recorrido.
En la noche fuimos a cenar a un local de pizza maravilloso en la ciudad colonial, que es como la parte más antigua de Sto Domingo, donde se asentaron los españoles cuando colonizaron América. Actualmente las construcciones se mantienen super bien y restauradas algunas, las casas son de techos altos y hermosos, con jardines interiores y decoración super cool.
Hay algunas casas antiguas que ahora con centros culturales, restaurantes, salas de teatro y mucho más, sin duda es lo más lindo de la ciudad. También está la casa del hijo de Cristóbal Colón, que ahora es un museo y guarda los primeros mapas de la rutas a América y otras joyas de la historia.
Las casitas de la ciudad colonial son lo mejor, en colores pasteles y con muchas plantas.
De Santo Domingo, es lo más recomendable para visitar, hay varias plazas donde hay música en vivo y bares para tomar un jugo de chinola (maracuyá) o un mojito.
Los dos días que estuvimos en Santo Domingo se pasaron entre ropa usada y mucho calor, recién al tercer día partía nuestra real Honeymoon hacia la playa más linda del caribe.
Nuestro destino principal era Bahía de las Águilas, una playa en medio del desierto en un parque nacional, muy cerca de la frontera con Haití.
Sin duda es la playa más linda en la que hemos estado, el agua era completamente cristalina y en total habían unas 20-30 personas en la playa. Nos quedamos en un camping muy bacán, las carpas tenían camas dentro y era muy cómodo, excepto por los 30 grados constantes que habían.
Prometo contarles más en un próximo post con la segunda parte y las cositas que fui encontrando en el camino.
La playa de Bahía de las Águila
El camping hermoso donde nos quedamos, se llama Glamping EcoLodge Cueva de las Águilas.