De donde viene la ropa usada.

¿De donde viene la ropa usada?

¿De donde viene la ropa usada?

Ropa usada
¿De donde viene la ropa usada?




Por Catalina Paz. 

Si eres una amante de encontrar tesoros en montones de ropa como yo, probablemente en más de alguna ocasión te preguntaste de donde viene toda la ropa usada que inunda ferias libres a lo largo y ancho de nuestro país. 

La ropa usada es bacán, no te lo voy a negar, pero en varias ocasiones termina siendo un problema. Principalmente porque hay TANTA que es casi imposible de controlar. 

Solo en nuestro país, se importan al rededor de 61 millones de dólares en ropa usada, SOLO de EE.UU. De la cual aprox el 80% no logra ser comercializada y termina en la basura, contaminando nuestro planeta. 

En términos de cantidad de ropa y solo por el puerto de Iquique, se calcula que entran unas 29 mil toneladas cada año. La dimensión es impactante y lo que realmente vemos en ferias libres y tiendas de ropa usada no es ni el 1% de toda la ropa que ingresa a nuestro país. 

La ropa usada es bacán, pero es el reflejo de un problema mucho más grande: La sobreproducción que actualmente genera la industria de la moda y el Fast Fashion. 

La industria de la moda actualmente es la segunda más contaminante del mundo, representando un 10% de los gases invernaderos. 

El éxito rotundo que ha tenido el modelo de Fast Fashion -producir demasiado, a bajo costo, reduciendo la calidad de las prendas y

aumentando sus propias utilidades- parece no tener un fin cercano. La ropa ha perdido valor tanto para las empresas que la diseñan y producen, como para los consumidores que la compran. 

En la ruta de la ropa usada, hace uno o dos años, la ropa demoraba una o dos temporadas en llegar a nuestro país en un fardo de ropa usada. Este año y creo que principalmente debido a la pandemia, hemos visto prendas de ropa con etiquetas de tiendas de segunda mano con fecha de este mismo año. Lo que quiere decir que esa prenda en menos de un año fue donada a una tienda de caridad gringa, fue inventariada y separada según marca/estado/calidad y puesta a la venta, estuvo 5 semanas en la tienda y nadie la compró, por lo que fue empaquetada en un fardo y exportada a un país extranjero como el nuestro. Una prenda que hace menos de un año estaba en el clóset de una persona en USA, hoy está en alguna feria libre de la capital. El ciclo se acortó de 3 años a menos de 1. 

Lo encuentro por decir poco: preocupante. 

Principalmente porque nuestro país es uno de los que más consumen ropa en la región, los chilenos actualmente compramos más ropa que nunca. El 2003 una persona chilena compraba un total de 15 prendas por año, 10 años después esa cifra subía a 26 prendas y estoy segura que al día de hoy esa cifra es mucho mayor. 

Con la llegada a nuestro país de tiendas como H&M, Forever21 y otras grandes marcas de retail, el consumo indiscriminado se ha disparado, generando un impacto tanto en la economía local como en los desechos textiles que genera la industria. 

Llevo casi 12 años trabajando con ropa usada y cada vez me sorprende más como la calidad de las prendas que fueron producidas hace 1 o 2 años es peor, los colores ya no aguantan, las telas se deforman y muchas veces las prendas se descosen después de un par de usos. La ropa muchas veces ya ni siquiera puede ser re vendida como ropa usada. 

No les voy a mentir, el fenómeno del Fast Fashion me asusta caleta, sobre todo por que mi trabajo consta en seleccionar prendas de la ropa usada para venderlas, pero cada día es más complejo ya que la producción del retail y el Fast Fashion inunda los montones de ropa. 

Creo honestamente que todas las prendas usadas merecen una segunda oportunidad, tanto como para ser usadas en el vestir del día a día, o a través de algún otro uso como lo es el upcycling y el reciclaje textil. Creo que ninguna prenda de ropa debería terminar en la basura y creo que la responsabilidad de todo este problema es compartida. No es solo de los consumidores, si no principalmente de las grandes empresas que integran este modelo de negocio destruyendo ecosistemas, economías locales y vidas humanas. Esto en algún momento tiene que parar y creo que podemos empezar a hacer la diferencia desde nuestra propia trinchera. 

Si te encanta la ropa, la moda y crees que el retail y el fast fashion es la única forma de consumir moda, te invito a investigar, a leer sobre los procesos de la industria y a buscar alternativas más sustentables. En Instagram por ejemplo está repleto de tiendas de ropa vintage o usada seleccionada que pasan horas y horas en ferias libres buscando los mejores tesoros para ti, también de diseñadores locales que estarán felices de preparar un pedido de algo hermoso para ti que probablemente hicieron con sus propias manos. 

En esta época cuando el consumo se disparar por las fiestas de fin de año te invito a comprar un poco más consciente, a elegir emprendimientos locales y a pequeños comerciantes que con mucho empeño le están haciendo la pelea a esta pandemia. Estoy segura de que tu compra a un emprendedor local tendrá un impacto positivo en esa persona, en su familia y su círculo cercano. Con tu compra a un emprendedor local estás ayudando a alimentar un sueño, a apoyar una mejor calidad de vida y al crecimiento de nuestra sociedad. 

Ropa usada
¿De donde viene la ropa usada?




Por Catalina Paz. 

Si eres una amante de encontrar tesoros en montones de ropa como yo, probablemente en más de alguna ocasión te preguntaste de donde viene toda la ropa usada que inunda ferias libres a lo largo y ancho de nuestro país. 

La ropa usada es bacán, no te lo voy a negar, pero en varias ocasiones termina siendo un problema. Principalmente porque hay TANTA que es casi imposible de controlar. 

Solo en nuestro país, se importan al rededor de 61 millones de dólares en ropa usada, SOLO de EE.UU. De la cual aprox el 80% no logra ser comercializada y termina en la basura, contaminando nuestro planeta. 

En términos de cantidad de ropa y solo por el puerto de Iquique, se calcula que entran unas 29 mil toneladas cada año. La dimensión es impactante y lo que realmente vemos en ferias libres y tiendas de ropa usada no es ni el 1% de toda la ropa que ingresa a nuestro país. 

La ropa usada es bacán, pero es el reflejo de un problema mucho más grande: La sobreproducción que actualmente genera la industria de la moda y el Fast Fashion. 

La industria de la moda actualmente es la segunda más contaminante del mundo, representando un 10% de los gases invernaderos. 

El éxito rotundo que ha tenido el modelo de Fast Fashion -producir demasiado, a bajo costo, reduciendo la calidad de las prendas y

aumentando sus propias utilidades- parece no tener un fin cercano. La ropa ha perdido valor tanto para las empresas que la diseñan y producen, como para los consumidores que la compran. 

En la ruta de la ropa usada, hace uno o dos años, la ropa demoraba una o dos temporadas en llegar a nuestro país en un fardo de ropa usada. Este año y creo que principalmente debido a la pandemia, hemos visto prendas de ropa con etiquetas de tiendas de segunda mano con fecha de este mismo año. Lo que quiere decir que esa prenda en menos de un año fue donada a una tienda de caridad gringa, fue inventariada y separada según marca/estado/calidad y puesta a la venta, estuvo 5 semanas en la tienda y nadie la compró, por lo que fue empaquetada en un fardo y exportada a un país extranjero como el nuestro. Una prenda que hace menos de un año estaba en el clóset de una persona en USA, hoy está en alguna feria libre de la capital. El ciclo se acortó de 3 años a menos de 1. 

Lo encuentro por decir poco: preocupante. 

Principalmente porque nuestro país es uno de los que más consumen ropa en la región, los chilenos actualmente compramos más ropa que nunca. El 2003 una persona chilena compraba un total de 15 prendas por año, 10 años después esa cifra subía a 26 prendas y estoy segura que al día de hoy esa cifra es mucho mayor. 

Con la llegada a nuestro país de tiendas como H&M, Forever21 y otras grandes marcas de retail, el consumo indiscriminado se ha disparado, generando un impacto tanto en la economía local como en los desechos textiles que genera la industria. 

Llevo casi 12 años trabajando con ropa usada y cada vez me sorprende más como la calidad de las prendas que fueron producidas hace 1 o 2 años es peor, los colores ya no aguantan, las telas se deforman y muchas veces las prendas se descosen después de un par de usos. La ropa muchas veces ya ni siquiera puede ser re vendida como ropa usada. 

No les voy a mentir, el fenómeno del Fast Fashion me asusta caleta, sobre todo por que mi trabajo consta en seleccionar prendas de la ropa usada para venderlas, pero cada día es más complejo ya que la producción del retail y el Fast Fashion inunda los montones de ropa. 

Creo honestamente que todas las prendas usadas merecen una segunda oportunidad, tanto como para ser usadas en el vestir del día a día, o a través de algún otro uso como lo es el upcycling y el reciclaje textil. Creo que ninguna prenda de ropa debería terminar en la basura y creo que la responsabilidad de todo este problema es compartida. No es solo de los consumidores, si no principalmente de las grandes empresas que integran este modelo de negocio destruyendo ecosistemas, economías locales y vidas humanas. Esto en algún momento tiene que parar y creo que podemos empezar a hacer la diferencia desde nuestra propia trinchera. 

Si te encanta la ropa, la moda y crees que el retail y el fast fashion es la única forma de consumir moda, te invito a investigar, a leer sobre los procesos de la industria y a buscar alternativas más sustentables. En Instagram por ejemplo está repleto de tiendas de ropa vintage o usada seleccionada que pasan horas y horas en ferias libres buscando los mejores tesoros para ti, también de diseñadores locales que estarán felices de preparar un pedido de algo hermoso para ti que probablemente hicieron con sus propias manos. 

En esta época cuando el consumo se disparar por las fiestas de fin de año te invito a comprar un poco más consciente, a elegir emprendimientos locales y a pequeños comerciantes que con mucho empeño le están haciendo la pelea a esta pandemia. Estoy segura de que tu compra a un emprendedor local tendrá un impacto positivo en esa persona, en su familia y su círculo cercano. Con tu compra a un emprendedor local estás ayudando a alimentar un sueño, a apoyar una mejor calidad de vida y al crecimiento de nuestra sociedad. 


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